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02/05/2020Confinamiento
Buenas tardes amigos, hoy, por fin, me he decidido a escribir un poco, después de varios días, los que llevamos en estado de alarma, y a hacerlo en esta plataforma, mi página web, la que últimamente, por los avatares del día a día, la falta de tiempo propio de las múltiples tareas a realizar un día normal de trabajo, tenía algo olvidada.
Podría hablar de muchas cosas, sobre todo jurídicas, que es a lo que me dedico y sobre cuya materia ahora hay mucho que estudiar, mucho que comentar y mucho que interpretar, pero esto, si tengo más ganas, y fuerzas, lo dejare para otro día. Hoy me gustaría hablar de lo que estamos viviendo todos, lo que ahora nos une a la mayor parte de la Humanidad, con algún que otro matiz, y de una manera mas estricta en unos lugares que en otros del Globo Terrestre, pero existente en la mayor parte de todos ellos, el confinamiento. Qué es y cómo lo vivimos, o cómo creo que lo estamos viviendo.
El significado que da la RAE al confinamiento es el siguiente:1. m. Acción y efecto de confinar. 2. m. Der. Pena por la que se obliga al condenado a vivir temporalmente, en libertad, en un lugar distinto al de su domicilio.
La primera es una definición totalmente literal, no nos aporta ningún significado nuevo a la palabra, nos la define con una acción, que en este caso esta haciendo el Gobierno de nuestra Nación con nosotros, confinarnos.
La segunda toca otros aspectos más ancestrales, con tildes mas jurídicas; es una pena impuesta a un condenado por algún delito,similar al destierro, en la que la persona puede estar en libertad, o también puede tratarse de un confinamiento de un preso, en una cárcel o prisión, fruto de una sanción penitenciaria.
Lo nuestro por tanto es un confinamiento civil, o reclusión de personas dentro de unos límites, nuestras casas, esto seria mas parecido al arresto sustitutorio, pena complementaria a otras, normalmente, o sustitutiva de otras de prisión, en nuestro actual Código Penal, en delitos menores fundamentalmente, se trata de la imposición de no salir de casa en determinados días, como castigo, bajo vigilancia policial, en teoría, más o menos lo que ahora estamos viviendo.
Sin embargo, esto no dejan de ser definiciones, más o menos formales, de lo que se ve y resulta obvio: estamos encerrados en nuestras casas, no podemos salir, salvo en determinadas circunstancias tasadas y excepcionales, estando vigilados por las fuerzas de seguridad, y podemos ser sancionados, incluso penados judicialmente por saltarnos e infringir el confinamiento sin causa muy justificada. Esto es lo que es.
Mas allá, nos encontramos con el confinamiento con nosotros mismos, el otro confinamiento al que, de manera obligada, nos induce sin remedio el aparente, el formal, y quizás, en la mayoría de las veces, el más duro de sobrellevar.
En estos momentos me acuerdo de Michel de Montaigne, siglo XVI, uno de los referentes humanísticos del viejo continente. Un ejemplo peculiar del pensador que parece no pasar nunca de moda, sus míticos Ensayos apenas han perdido vigencia, resisten perfectamente el paso del tiempo.
Montaigne, filósofo y escritor francés, decidió aislarse durante diez años en su castillo y reflexionar sobre que era y lo que sabía, allí escribió sus ensayos más memorables, todos ellos una reflexión seria sobre la condición humana a partir de su visión, experiencia y opinión. Al igual que Sócrates, pensaba que la ignorancia era la fuente de todo mal y que teníamos que luchar contra ella. Pero también creía que una idea a la que nos plegásemos porque sí, no podía tener validez, de manera que era más importante la propia reflexión y búsqueda para hallar la verdad. Sabe que debe conocerse y hacerse preguntas para poder ser libre, para no estar sujeto a los demás; pero sabe también que esa es una tarea que jamás tendrá fin.
Su encierro voluntario pasó, y tras varios años tuvo que volver a recluirse, en este caso de manera obligatoria, como nosotros, debido a una de las pestes que asolaron Europa en el siglo XVI. Por tanto, un personaje reflexivo, escéptico, pensador, que sabe bien lo que es el confinamiento, que lo encuentra necesario, hasta el punto de hacerlo de manera voluntaria, para poder encontrarnos con nosotros mismos... Montaigne decía: “Reclúyete en ti mismo, pero prepárate antes para acogerte allí… sería absurdo confiarte a ti mismo si no sabes gobernarte”.
Estamos confinados obligatoriamente, nos han impuesto aislarnos porque hay una epidemia, pero este encierro saca a la luz el gran problema del siglo XXI, oculto pero latente, la epidemia de la falta de comunicación real entre nosotros, de la falta de reflexión personal, qué es lo que somos, o queremos ser, adónde vamos, qué sentimos, cómo nos estamos comportando con los demás, el abandono a nuestros mayores, el abuso excesivo de redes sociales y de la tecnología para comunicarnos con los demás, la falta de conexión personal y directa que nos impide hacerlo en el día a día.
El confinamiento nos puede dar una oportunidad y ver su lado positivo, dedicarnos un poco más a nosotros mismos, echar de menos a los demás, ante la falta de comunicación personal con ellos, y darles más valor, pensar más y echar en falta a lo seres queridos, con los que ahora, aunque queramos, no podemos estar; dar importancia a lo importante y utilizar los medios que nos ofrece la ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL para eso, para que ahora podamos demostrar a quienes queremos que seguimos estando ahí, para poco más. Si no somos capaces de aprovechar lo bueno que nos ofrece este aislamiento, no habremos aprendido nada y cuando todo vuelva a la normalidad, quizás no en un día ni en dos, tal vez ni siquiera en una semana, pero tarde o temprano volveremos a nuestras rutinas y todo esto no habrá servido de nada más que para no contagiarnos.
Estamos confinados y debemos avanzar en nuestro interior haciendo un examen de nosotros mismos, ponernos delante, como si fuera un espejo, y vernos, y pensar en lo que vemos. Debemos analizarnos y no estresarnos con las redes sociales en estos momentos, ni querer abarcar y hacer por matar el tiempo todo lo que las plataformas digitales nos ofrecen, porque entonces, lejos de encontrar el recogimiento, tan necesario en estos momentos por muchas razones, saldremos de esta etapa mucho más agotados mentalmente que cuando la empezamos, y en muchos casos con problemas serios de depresión, fruto del propio encierro.
Pues eso, como decía Montaigne, si esto pasa habríamos fracasado, porque él creía: ”Es igual de fácil fracasar en soledad que en compañía…” cuidemos que no nos suceda esto, mucha suerte y SALUD.